sábado, 20 de diciembre de 2008

VENECIA Y LA LITERATURA: JOSEPH BRODSKY

«En este lugar puede derramarse una lágrima en distintas ocasiones. Asumiendo que la belleza consiste en la distribución de la luz en la forma que más agrada a la retina, una lágrima es el reconocimiento, tanto de la retina como de la lágrima, de su incapacidad de retener la belleza". "Permítame que repita algo: el agua es igual al tiempo y proporciona un doble a la belleza. Hechos en parte de agua, nosotros servimos a la belleza de la misma forma. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la imagen del tiempo, embellece el futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo. Porque, mientras nosotros nos movemos, la ciudad es estática. La lágrima es prueba de ello. Porque nosotros partimos y la belleza permanece. Porque nosotros miramos hacia el futuro y la belleza vive en un eterno presente. La lágrima es un intento de permanecer, de quedarse rezagado, de fundirse con la ciudad. Pero eso va contra las reglas. La lágrima es una vuelta atrás, un tributo del futuro al pasado. O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre. Lo mismo sucede en el amor, porque nuestro amor es también más grande que nosotros mismos.
(Último párrafo de “Marca de agua”, donde Joseph Brodsky escribe sobre su relación con Venecia)
«El encaje alzado de las fachadas venecianas es el mejor rastro que el tiempo, alias agua, haya dejado nunca sobre tierra firme. [...] Es como si el espacio, más consciente aquí que en ningún otro lugar de su inferioridad frente al tiempo, le respondiera con la única propiedad que éste no posee, con la belleza. Y es por esta razón por lo que el agua toma esta respuesta, la retuerce, la golpea y la rompe en pedazos, aunque al final la recoja y la lleve consigo hasta depositarla, intacta, en el Adriático.»Joseph Brodsky
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viernes, 19 de diciembre de 2008

CANALETTO, UNA VENECIA IMAGINARIA


Giovanni Antonio Canal, más conocido como Il Canaletto (Venecia 1697-1768), fue el genial creador del gran icono de Venecia que a partir del Siglo de las Luces hizo que la ciudad fuera universalmente conocida, incluso para todos aquellos que no la han visitado nunca. Con una capacidad de penetración única y duradera, representó en sus pinturas a Venecia y a los venecianos en una verdad perenne, inmune a la decadencia o a la destrucción, destinada a durar para siempre. Con frecuencia ha sublimado la ciudad ampliando sus dimensiones, más allá de los datos topográficos, pero no haciéndolas irreales, porque están sometidas a la superioridad de la representación, al dominio absoluto de una luz que halla su material en la ciudad. Dario Succi y Annalia Delneri



En el actual proceso de urbanización del mundo, en el que no siempre urbs y civitas se acoplan fértilmente para devenir ciudad, el capricho puede sonar a melancolía por arcadias perdidas. Nunca existieron. Y algunas podéis verlas aquí como lo que son: fruto de la voluntad del artista de imaginar siempre mundos diferentes. J. Ramoneda



Diecisiete teatros e innumerables comediantes pueblan la Venecia del siglo XVIII. La representación se desarrolla en el escenario, pero también en la vida normal. Venecia es la capital europea de la diversión y el placer. Teatro, música, fiestas, juego y amor son los pasatiempos de la ciudad y los viajeros europeos acuden a disfrutar de ellos. Los ricos se permiten el lujo de llevarse a casa, como souvenir, una "vedutta" pintada por Canaletto.



Joseph Smith. le encarga la realización de cuadros de paisajes para la decoración de las mansiones de los nobles ingleses que visitaban Venecia durante el Gran Tour.
Pintor especialista en retratar panorámicas conmemorativas. Como la llegada de los embajadores extranjeros a la ciudad, las regatas con que se celebraban las visitas de personajes importantes o las varias fiestas venecianas.


Alejado de la realidad, Antonio Canal, "el Canaletto", inventó Venecia: hizo de ella un medio claro y luminoso, cristalizado en el aura dorada del Siglo de las Luces. La Venecia de Canaletto no es más que el espejismo de la ciudad, de cualidades presuntamente fotográficas, que busca en el espectador el ejercicio de la ilusión. Con todo, la Venecia de Canaletto corresponde al resultado subjetivo, a la transformación vedutista de un momento de esplendor.
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martes, 2 de diciembre de 2008

lunes, 1 de diciembre de 2008

NUREMBERG: LA CIUDAD DE DURERO

“La ciudad de los ingenios, de los mecanismos fundados en cálculos, de los aparatos de precisión. Inventan los relojes de bolsillo, llamados durante algún tiempo en Europa “huevos de Nuremberg”; construyen armas incomparables por su resistencia, ligereza y preciosismo en la ornamentación; cerraduras, balanzas, reglas; trabajan metales preciosos en competencia con los talleres italianos. Sobresalen en instrumentos naúticos y astrológicos; diseñan y graban mapas marítimos, portulanos, vistas de ciudades, planos. Abiertos al mundo, curiosos, hacen viajes que los llevan hasta Lituania y Portugal, embarcan en las primeras naves que se lanzan al Atlántico, envían a sus jóvenes a educarse en las ciudades con las que tienen más estrechas relaciones: Venecia, Padua, Amberes, Basilea.
(…) Tanto pudo en Alberto Durero el ambiente que dio un carácter a su vocación figurativa, con los éxitos que conocemos para la historia de la ilustración gráfica; configuró sus viajes y estancias en el exterior; estimuló su deseo de decoro, de bienestar burgués, confiriéndole una mentalidad curiosamente mercantil, convirtiéndolo en editor de sí mismo e induciéndole a llevar a su propia esposa a la feria de Francfort para vender grabados; lo introdujo en el círculo de Maximiliano y Margarita, contribuyó a orientar su espíritu en la dirección de la Reforma ( en 1525 la ciudad se declaraba oficialmente a favor de Martín Lutero). Venecia y Amberes le propusieron que se quedara a vivir en ellas, ofreciéndole copiosísimos honorarios y él siempre lo rehusó, proclamando su adhesión a su ciudad natal. Durero se desarrolló en la Nuremberg del período aúreo y Nuremberg creció dentro de él, se recogió en él como en un espejo cóncavo”.
GIORGIO ZAMPA
DURERO Y LA CORTE
En 1514 el emperador Maximiliano I se interesa por él y le encarga varias obras.
Como delegado del Consejo en la Dieta de Augsburgo, Durero tuvo oportunidad de conocer a los personajes más importantes del imperio y retratarlos, entre ellos al emperador.
En recompensa por el cuadro, Maximiliano le adjudica una pensión vitalicia de 100 florines anuales, pensión que sin embargo se vio interrumpida en 1519, debido a la muerte del emperador.
Durero no vaciló en ponerse en camino, siguiendo a la Corte itinerante del nuevo emperador, Carlos V, para conseguir la renovación. Por fin, marcha a Aquisgrán para asistir a la coronación como emperador de Carlos V, el 23 de octubre de 1520. Sigue a la Corte hasta Colonia, donde al fin se le recibe y renueva la pensión. Este último viaje fue triunfal para el pintor. Le acompañaba por primera vez su mujer: partieron en 1520 y no habrían de regresar a Nüremberg hasta el año siguiente.

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