La fotografía fue tomada en Nueva York, el 29 de Septiembre de 1932, y la publicó el New York Herald Tribune en el suplemento dominical del 2 de Octubre de ese mismo año. Los obreros estaban construyendo el piso 69 de los 70 que tiene el edificio GE del Rockefeller Center,durante los últimos meses de la construcción.
En ella vemos a 11 trabajadores comiendo su almuerzo, pero lo raro es donde están sentados, sobre una viga a cientos de metros del suelo.
Fotografía que recorrió el mundo. Imagen de impacto. Es una pequeña obra de arte.
Una utilización muy digna de la foto original en un anuncio de un juguete infantil...casi un homenaje a Charles-c-Ebbets......y otra sustitución del modelo sobre esa imagen original... con mayor dignidad todavía, sobre la portada de un libro que nos conduce, una vez más, a la situación de la mujer en la Historia. "Ellas solas" es una celebración literaria de las mujeres "diferentes", las que viven en circunstancias adversas y las que se enfrentan a los convencionalismos. A ellas las cambió la guerra, pero ellas cambiaron la sociedad.
Solamente en Gran Bretaña, la I Guerra Mundial se cobró las vidas de casi ochocientos mil jóvenes soldados, y muchos más quedaron incapacitados. En 1919, toda una generación de mujeres que creía que casarse era uno de sus derechos inalienables, se encontró con que, simplemente, no había hombres para todas." Fuente: El boomeran(g) blog literario en español.
Solamente en Gran Bretaña, la I Guerra Mundial se cobró las vidas de casi ochocientos mil jóvenes soldados, y muchos más quedaron incapacitados. En 1919, toda una generación de mujeres que creía que casarse era uno de sus derechos inalienables, se encontró con que, simplemente, no había hombres para todas." Fuente: El boomeran(g) blog literario en español.
VIRGINIA NICHOLSON, fragmento de "Ellas solas":"De vez en cuando, junto a una amiga que, como ella, se ha quedado para vestir santos, intenta mirar de frente a su futuro:
‘‘¿Por qué no podemos hacer una carrera, o incluso trabajar, como un hombre?’, se preguntaba Monica, impotente. "Sé que la gente murmurará que lo hacemos porque no nos hemos casado, pero lo dirían de todas maneras". "No hay trabajo para chicas como nosotras", afirmó Federica. "Ninguno que nos dejen desempeñar. La única solución es hacerse monja, hacer obras de caridad, junto a todas las solteronas y gente que no es de nuestra categoría".
La señora Ingram es tajante:
"Ya está todo dicho: la mujer sólo tiene un trabajo, sea inteligente o estúpida: ser una buena esposa para un hombre y la madre de sus hijos".
"Pero, ¡es que no hay hombres para todas!", se lamentaba amargamente
Monica.
(…) Puede que Herbert Pelham no fuese atractivo, cariñoso o ni siquiera agradable, pero no era un carnicero. Tampoco un médico, pero resultaba, en definitiva, “lo bastante”. La novela termina con Monica avanzando hacia el altar, llena de gozo y alivio por haberse escapado de la vergüenza y la recriminación, y con una plegaria en su corazón: "[…] que sea una buena esposa para Herbert Pelham y que, si tengo un hijo, sea varón".De esta manera, las mujeres inglesas, siempre conscientes de que cualquier marido era mejor que ninguno, veían como la guerra les iba arrebatando a sus futuros compañeros. Incluso antes de 1914, Monica Ingram tenía razón: no había hombres suficientes para todas. En 1911, en Gran Bretaña había seiscientas sesenta y cuatro mil mujeres más que hombres.”
‘‘¿Por qué no podemos hacer una carrera, o incluso trabajar, como un hombre?’, se preguntaba Monica, impotente. "Sé que la gente murmurará que lo hacemos porque no nos hemos casado, pero lo dirían de todas maneras". "No hay trabajo para chicas como nosotras", afirmó Federica. "Ninguno que nos dejen desempeñar. La única solución es hacerse monja, hacer obras de caridad, junto a todas las solteronas y gente que no es de nuestra categoría".
La señora Ingram es tajante:
"Ya está todo dicho: la mujer sólo tiene un trabajo, sea inteligente o estúpida: ser una buena esposa para un hombre y la madre de sus hijos".
"Pero, ¡es que no hay hombres para todas!", se lamentaba amargamente
Monica.
(…) Puede que Herbert Pelham no fuese atractivo, cariñoso o ni siquiera agradable, pero no era un carnicero. Tampoco un médico, pero resultaba, en definitiva, “lo bastante”. La novela termina con Monica avanzando hacia el altar, llena de gozo y alivio por haberse escapado de la vergüenza y la recriminación, y con una plegaria en su corazón: "[…] que sea una buena esposa para Herbert Pelham y que, si tengo un hijo, sea varón".De esta manera, las mujeres inglesas, siempre conscientes de que cualquier marido era mejor que ninguno, veían como la guerra les iba arrebatando a sus futuros compañeros. Incluso antes de 1914, Monica Ingram tenía razón: no había hombres suficientes para todas. En 1911, en Gran Bretaña había seiscientas sesenta y cuatro mil mujeres más que hombres.”
Contraportada