A lo largo de 2009 y 2010 se presentó una exposición itinerante con más de doscientas imágenes dibujadas de Valle-Inclán, realizadas por diversos artistas desde finales del siglo XIX hasta su fallecimiento en 1936 y publicadas en la prensa periódica y en las revistas ilustradas del momento, que ha permitido apreciar las transformaciones en su aspecto y el especial interés de los artistas por plasmar la efigie del escritor gallego.
Pintores, dibujantes e ilustradores como Picasso, Bagaría, Castelao, Fresno, Cebreiro o Toño Salazar, entre otros, se dedicaron a modelar su imagen original y extravagante a través de numerosas caricaturas y retratos, reflejando los sorprendentes cambios en el aspecto de Valle-Inclán que proyectaban su estética personal y su manera de entender el mundo.
JAVIER SERRANO ALONSO : ´Valle fue un icono de su tiempo, el favorito de los retratistas. "Valle Inclán inventó su propia imagen: crea una figura que sea muy reconocible e identificable para todo el mundo“
(...) -La evolución del aspecto físico del escritor no parece casual ¿inventó su imagen como inventó los personajes de sus novelas? -Si, la imagen de Valle-Inclán la construyó él mismo: crea una figura que sea reconocible, muy reconocible e identificable para todo el mundo y la mantiene prácticamente desde que llega a Madrid en 1895 hasta su muerte, aunque por supuesto hay algunas variaciones no solamente debidas a su edad (el pelo o la barba canosa) sino modificaciones que fundamentalmente consistieron en quitarse la melena modernista que tenía a principios de siglo, se la quita durante un periodo largo de tiempo y la recupera de nuevo en su ancianidad. Pero sus símbolos más identificables, barba y gafas, los mantuvo siempre hasta su muerte.
Fragmentos de una entrevista con Javier Serrano Alonso, comisario de la exposición “Valle-Inclán debuxado”.
1897 Cilla, Madrid Cómico, Madrid
Se rapa el pelo en 1910, abandonando la melena que lo había caracterizado como escritor modernista. Su aspecto cambia como lo hace su literatura y las lentes de aro ancho dan paso a gafas más ligeras. Su capa es sustituida por un gabán "como el de todo el mundo" y en adelante los dibujantes de la prensa pasan a retratarlo como un hidalgo de aires aristocráticos y espíritu épico o como un monje siempre concentrado en los misterios del universo.
1913 Moya del Pino, El Gran Bufón, Madrid
1927 Massaguer, Social, La Habana
1925 Maside, El Pueblo Gallego, Vigo
“Éste que veis aquí, de rostro español y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: don Ramón del Valle-Inclán.
Estuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares. Fui hermano converso en un monasterio de cartujos y soldado en tierras de Nueva España. Una vida como la de aquellos segundones hidalgos que se engancharon en los tercios de Italia por buscar lances de amor, de espada y de fortuna (...)
Hoy marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos, divierto penas y desengaños comentando las memorias amables, que empezó a escribir en la emigración mi noble tío el marqués de Bradomín (...) Todos los años, el día de difuntos, mando decir misas por el alma de aquel gran señor, que era feo, católico y sentimental. Cabalmente yo también lo soy y esta semejanza todavía le hace más caro a mi corazón (...)”
Así se presentaba Valle-Inclán en 1903 en las páginas de la revista Alma Española.
Ramon de Valle-Inclan. 1921. Conrado W. Massaguer
"Mirar una cosa y verla son dos temas muy distintos: no se ve algo hasta que se ha comprendido su belleza". Valle-Inclán, que a lo largo de su vida mudó tanto de militancias y paradigmas, fue permanentemente fiel a sus ideas sobre la estética y por tanto pocos años infiel a su melena leonina y jamás a sus barbas. Supo pronto que su aspecto extravagante, casi tanto como su literatura, contribuiría a reforzar su fama de escritor excéntrico y genial. Esta preocupación por lo estético, por la imagen ya sea personal o la de los libros (otra de sus grandes preocupaciones fue la de editar obras hermosas que fuesen objetos de arte en si mismos) sería una constante a lo largo de su vida.
"La ética es lo fundamental de la estética". Con esta frase resumió Valle Inclán su preocupación por la imagen personal (fue un recreador de su biografía, inventando lugares de nacimiento, episodios más o menos fantásticos de su vida y hasta utilizó varias firmas) pero especialmente la imagen de sus libros. S.R.-Pontevedra. laopinióncoruña.es
Era delgado, de mediana estatura, con cara de Cristo bizantino y melena que un escritor definiría en 1897 como "merovingia, que abundosa y desbordada cae sobre los hombros, con enorme sombrero de gaucho paraguayo". Los cuellos inverosímiles contribuirían a redondear esa imagen imposible que retratan ya en los primeros años del siglo XX autores como Picasso.
1922 Ernesto García Cabral, Buen Humor, Madrid
...pinta a Valle-Inclán
Ilustraciones en la obra de Valle-Inclán
Valle-Inclán fue su propio editor: encargaba el papel, buscaba ilustradores, imprimía y finalmente vendía la obra a libreros o casas editoriales que se encargaban de su distribución. Si bien fue norma entre sus contemporáneos el hecho de sufragarse sus primeras producciones, el caso de Valle-Inclán es excepcional, pues continuó toda la vida siendo su propio editor, a lo que se debe añadir su concepto del libro como un objeto artístico, no como un mero soporte.
Valle-Inclán fue su propio editor: encargaba el papel, buscaba ilustradores, imprimía y finalmente vendía la obra a libreros o casas editoriales que se encargaban de su distribución. Si bien fue norma entre sus contemporáneos el hecho de sufragarse sus primeras producciones, el caso de Valle-Inclán es excepcional, pues continuó toda la vida siendo su propio editor, a lo que se debe añadir su concepto del libro como un objeto artístico, no como un mero soporte.
"Flor de santidad", 1920