A lo largo de la historia del arte son muchos los momentos en que la creación artística se convierte en vehículo de propaganda política, religiosa, de exaltación de la personalidad individual o colectiva. Nos hallamos entonces ante numerosas situaciones en que el artista no es plenamente libre y tiene que adaptarse a las prescripciones marcadas por los grupos de presión dominantes en cada época y lugar. Grandes artistas como Miguel Ángel o Velázquez tuvieron que someterse a las imposiciones de sus mecenas, la Iglesia o la monarquía absoluta.
De algún modo, los artistas geniales supieron dar forma a los encargos con tal maestría que sus obras trascendieron a toda imposición.
Más tarde, ya en el siglo XIX, cuando los creadores se fueron librando de las imposiciones de los poderes dominantes, de sus mecenas, se encontraron con un nuevo condicionante, el mercado, cuyo sentido de la estética estaba condicionado por las normas del arte académico. El arte tuvo que luchar por emprender caminos nuevos.
El siglo XX trajo aires de libertad al arte, surgen las vanguardias, se rompe toda huella del academicismo pasado y se buscan nuevas vías para la creación. Ya no vale la mímesis pictórica. La fotografía comenzó a ocupar el papel de representación de la realidad que durante siglos se reflejó a través de la pintura y la escultura.
Pero en algún lugar, el arte estaba predestinado para convertirse en fundamental instrumento de exaltación ideológica utilizando la fuerza de la imagen. Para ello era necesario volver al realismo.
"Interrogatorio de comunistas", 1933 |
1917: LA REVOLUCIÓN RUSA
La Revolución Rusa marcará una nueva orientación estética oficial a los artistas, unas directrices y unas limitaciones censoras cuya finalidad no era otra que crear un arte revolucionario paralelo al nuevo gobierno. El arte reflejará las conquistas de la clase trabajadora, los logros del Partido Comunista y los éxitos militares del ejército. Surge un movimiento pictórico que vuelve de nuevo su mirada a la realidad: el Realismo Socialista. Uno de sus máximos representantes fue ALEXANDER DEINEKA (1899-1969), artista que compartió los objetivos del Partido Comunista pero que consiguió dar a sus obras un sello personal y diferenciador.
No estoy muy puesto en la pintura vanguardista soviética, pero si me gusta esta pintura comprometida de Deineka. Tiene fuerza y compromiso. Aprovecho para despedirme hasta el próximo curso, Ana. Que descanses y feliz verano, que falta nos hace. Abrazos.
ResponderEliminarNos negaron durante muchos años determinadas corrientes pictóricas. También nosotros teníamos censura.
ResponderEliminarHoy, a pesar de un cierto regreso al pasado y de vivir una democracia bastante relativa, tenemos un acceso a la cultura sin aquellas prohibiciones. De hecho, para mi, Deineka fue desconocido hasta la exposición del año pasado
(http://cultura.elpais.com/cultura/2011/10/06/actualidad/1317852010_850215.htm).
Ánimo y disfruta del verano..¡Tenemos que recuperar fuerzas y seguir peleando por nuestros derechos!
Un abrazo