Mas Yaveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie. (Génesis XI, 1-9)
La expansión económica de Amberes trajo consigo un considerable aumento de la población en pocos años, muchos eran extranjeros con lenguas y costumbres extrañas y, sobre todo, religiones diferentes: católicos, calvinistas, luteranos y anabaptistas que hacían de Amberes una ciudad multicultural en la que el entendimiento era difícil. Esta situación impulsó sin duda a Brueghel a inspirarse en el relato bíblico de la Torre de Babel para trabajar sobre el tema nada menos que en tres ocasiones. Hoy en día sólo se conservan dos: La construcción de la Torre de Babel y La pequeña construcción de la Torre de Babel; la primera en Viena y, la segunda en Rotterdam. En ambas obras la torre adquiere proporciones gigantescas respecto a cualquier dimensión humana y la acción se desarrolla no en un tiempo remoto sino en época del artista donde un sinfín de detalles realistas dan buena cuenta de ello: grúas capaces de soportar el peso de grandes piedras, contrafuertes tomados de las catedrales góticas, barracas para cada gremio de trabajadores…
En los siglos XVI y XVII, la representación de la torre de Babel se convirtió en una auténtica moda: no sólo por los paralelismos que ofrecían la transformación de Amberes en una metrópoli internacional y el desmembramiento de la cristiandad a causa de la Reforma; sino más bien por el atractivo que suponía pintar un edificio bíblico tan famoso como si estuviera en algún lugar de Europa occidental, por ejemplo el puerto de Holanda. Ese interés por la realidad era relativamente nuevo en el siglo XVI y divergía considerablemente de la visión cristiana del mundo dominante hasta entonces. A pesar de su “laicización”, el tema conservó el mensaje moral y Brueghel lo pone de manifiesto a través de motivos inusuales. Todo lo que sus contemporáneos veían en el cuadro lo conocían del entorno holandés con dos excepciones: que la torre se elevara por encima de las nubes y el obrero que se postra ante el rey siguiendo una costumbre oriental. A diferencia de otros motivos del mismo (el paisaje, la costa, los barcos, la ciudad, los obreros o las técnicas de construcción), estos dos hacen alusión al orgullo, la arrogancia y el delirio de grandeza de los poderosos. En aquella época los trabajadores peor pagados eran los peones de transporte de material.
Los picapedreros se encontraban en lo más alto de la jerarquía y Brueghel los representa en el primer plano del cuadro. El rey Nemrod, nieto de Noé y primer gran soberano de la historia de la humanidad, habría de ordenar la construcción de la torre; Brueghel lo representa con el cetro y la corona, los picapedreros se arrodillan ante él. Uno de ellos incluso se postra con las dos rodillas en el suelo, cosa inusual en el siglo XVI por lo menos fuera de la Iglesia. Quien debía entregar algo a los reyes españoles Carlos V o Felipe II de la casa de los Hasburgo, tenía que arrodillarse sólo con una pierna. Brueghel representa aquí un ritual oriental.
Los picapedreros se encontraban en lo más alto de la jerarquía y Brueghel los representa en el primer plano del cuadro. El rey Nemrod, nieto de Noé y primer gran soberano de la historia de la humanidad, habría de ordenar la construcción de la torre; Brueghel lo representa con el cetro y la corona, los picapedreros se arrodillan ante él. Uno de ellos incluso se postra con las dos rodillas en el suelo, cosa inusual en el siglo XVI por lo menos fuera de la Iglesia. Quien debía entregar algo a los reyes españoles Carlos V o Felipe II de la casa de los Hasburgo, tenía que arrodillarse sólo con una pierna. Brueghel representa aquí un ritual oriental.
Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra»
La bíblica torre de Babel fue en realidad un zigurat, templo babilónico escalonado. En concreto, se identifica con el zigurat del templo de Marduk, en Babilonia. Cuando se levantó el minarete de la aljama de Samarra se hizo con la mirada puesta en las ruinas del zigurat de Marduk. Lo curioso del asunto es que cuando Brueghel "el viejo" quiso representar la torre de Babel lo hizo con un diseño que parece una perfecta síntesis de ambas construcciones, zigurat y minarete, pues de uno conserva la solidez de los niveles superpuestos, mientras que del otro adopta el cuerpo cónico rodeado de la rampa ascendente en forma de hélice, y todo ello vestido con la apariencia arquitectónica del Coliseo romano.
La fuerza simbólica de la hélice es evidente: su utilidad práctica como medio de ascender a la torre representa perfectamente la idea de ascención a los cielos.
Este motivo aparece hacia 1400 en una miniatura parisiense del Libro de Horas del duque de Bedford. Se inspira en modelos orientales (minaretes del Cairo).
"Este tipo de monumento fue adoptado por los pintores flamencos: Gérard Horembout (Breviario Grimani), Pieter Brueghel, Valkenborch. El célebre cuadro de Pieter Brueghel el Viejo (1563) que hay en el museo de Viena, presenta unos detalles iconográficos interesantes: la torre en construcción se eleva a orillas de un ancho río y aunque no haya alcanzado más que siete pisos de altura, se inclina, a la manera de la torre de Pisa, como si estuviera a punto de caer. Brueghel, que había estado en Italia, concibió la torre de Babel como una torre colosal e inclinada. Para indicar la confusión de lenguas, los constructores están señalándose la boca con el dedo, para decirnos que ésta ya no les permite hacerse comprender. Al igual que el templo de Jerusalén y la torre en donde Santa Bárbara estuvo prisionera, la torre de Babel suele ser un pretexto para mostrar la actividad de unas obras en construcción. El tema desaparece casi por completo a partir del siglo XVII". Louis Réau, “La sombra de la Torre”
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PIETER BRUEGHEL EL VIEJO
Ciertamente curioso el post de la Torre de Babel, sabía lo del Zigurat de Marduk, pero no me había imaginado que la inspiración de Brueguel fuese tan profana como la propia ciudad donde vivió, interesante ;-)
ResponderEliminarQuizá por lo profana que era su ciudad, su pintura también lo era. Por lo cosmopolita que era, así de complejas eran sus costumbres; el sentimiento de confrontación de religiones que se vivía, inevitablemente se refleja en su pintura.
ResponderEliminarTampoco hay que olvidar la demanda que condiciona al artista.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarmuy buen post ;)
ResponderEliminarGracias, Sara. He entrado en tu blog. Espero que lo continues. Muy buen vídeo de Eduardo Galeano. Es un gran escritor.
ResponderEliminarSaludos
salu2 maestre atte mr.lambrecht
ResponderEliminarexiste una pelicula acerca de el viejo,se llama el molino y la cruz,es del 2011,esta muy buena.
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