El deseo de esconder el cuerpo de la construcción se adivina en toda la arquitectura del Islam.
El arte musulmán tendió a conjugar los elementos estructurales con los ornamentales, tendió al ilusionismo más radical por el que las cosas no aparentaban ser lo que eran.
Todos los motivos decorativos se utilizan formando series continuas ininterrumpidas con arreglo a ese sentido de lo infinito tan desarrollado entre los pueblos orientales y que, dentro del arte islámico, responde a la estética del “horror vacui”.
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La decoración forma una segunda arquitectura, envolvente, en el interior de los edificios.
Decoración de ataurique y epigráfica
Elementos constructivos
El arquitecto, el artista y el artesano
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El trabajo artesano que junto al honor y la fe era una fuente de felicidad, estaba extremadamente especializado.. Aunque los conocimientos técnicos fuesen muy concretos, la formación de los artesanos se consideraba muy importante. Ibn Jaldun afirmaba: “Para desempeñar un oficio resulta imprescindible haber aprendido antes de un maestro. Un trabajo artesanal es actividad que necesita práctica y reflexión. Como constituye una técnica específica y material se ha de acceder a ella a través de los sentidos. Por esto su aprendizaje resulta más provechoso si se recibe por transmisión directa.”
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Entre los artesanos, los pintores y los escultores llegaron a alcanzar una cierta distinción, aunque siempre por debajo de los calígrafos.
Los arquitectos iniciaban su formación como canteros o en otras artes (orfebre, ceramista, ebanista, etc.) y, si eran hábiles en el campo de las matemáticas o en el de la geometría, llegaban a dirigir la construcción de una obra.