lunes, 1 de diciembre de 2008

NUREMBERG: LA CIUDAD DE DURERO

“La ciudad de los ingenios, de los mecanismos fundados en cálculos, de los aparatos de precisión. Inventan los relojes de bolsillo, llamados durante algún tiempo en Europa “huevos de Nuremberg”; construyen armas incomparables por su resistencia, ligereza y preciosismo en la ornamentación; cerraduras, balanzas, reglas; trabajan metales preciosos en competencia con los talleres italianos. Sobresalen en instrumentos naúticos y astrológicos; diseñan y graban mapas marítimos, portulanos, vistas de ciudades, planos. Abiertos al mundo, curiosos, hacen viajes que los llevan hasta Lituania y Portugal, embarcan en las primeras naves que se lanzan al Atlántico, envían a sus jóvenes a educarse en las ciudades con las que tienen más estrechas relaciones: Venecia, Padua, Amberes, Basilea.
(…) Tanto pudo en Alberto Durero el ambiente que dio un carácter a su vocación figurativa, con los éxitos que conocemos para la historia de la ilustración gráfica; configuró sus viajes y estancias en el exterior; estimuló su deseo de decoro, de bienestar burgués, confiriéndole una mentalidad curiosamente mercantil, convirtiéndolo en editor de sí mismo e induciéndole a llevar a su propia esposa a la feria de Francfort para vender grabados; lo introdujo en el círculo de Maximiliano y Margarita, contribuyó a orientar su espíritu en la dirección de la Reforma ( en 1525 la ciudad se declaraba oficialmente a favor de Martín Lutero). Venecia y Amberes le propusieron que se quedara a vivir en ellas, ofreciéndole copiosísimos honorarios y él siempre lo rehusó, proclamando su adhesión a su ciudad natal. Durero se desarrolló en la Nuremberg del período aúreo y Nuremberg creció dentro de él, se recogió en él como en un espejo cóncavo”.
GIORGIO ZAMPA
DURERO Y LA CORTE
En 1514 el emperador Maximiliano I se interesa por él y le encarga varias obras.
Como delegado del Consejo en la Dieta de Augsburgo, Durero tuvo oportunidad de conocer a los personajes más importantes del imperio y retratarlos, entre ellos al emperador.
En recompensa por el cuadro, Maximiliano le adjudica una pensión vitalicia de 100 florines anuales, pensión que sin embargo se vio interrumpida en 1519, debido a la muerte del emperador.
Durero no vaciló en ponerse en camino, siguiendo a la Corte itinerante del nuevo emperador, Carlos V, para conseguir la renovación. Por fin, marcha a Aquisgrán para asistir a la coronación como emperador de Carlos V, el 23 de octubre de 1520. Sigue a la Corte hasta Colonia, donde al fin se le recibe y renueva la pensión. Este último viaje fue triunfal para el pintor. Le acompañaba por primera vez su mujer: partieron en 1520 y no habrían de regresar a Nüremberg hasta el año siguiente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, Ana. Xa me dou por satisfeito con estas dúas entradas a maiores sobre Durero, moi interesantes como é costume.
Se no comentario de ADÁN E EVA falaba da calidade dos grabados, tras esta revisión da súa obra á que me levou o blog teño que dicir que os retratos son formidables e algunhas das acuarelas fermosísimas.
E o grabado de San Xerome no seu estudio é unha peza mestra, insisto.

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