sábado, 3 de enero de 2009

EVOCANDO LA EXPOSICIÓN ¡1914!. LA VANGUARDIA Y LA GRAN GUERRA


Pocos acontecimientos históricos tuvieron una capacidad de determinación tan fuerte sobre la trayectoria de las primeras vanguardias artísticas como la guerra de 1914. El periodo inmediatamente anterior al estallido de la contienda coincidió con el de máxima vitalidad de los movimientos de vanguardia, en cuya voluntad de insurrección se anticipaba la militancia belicista por la que se pronunció una mayoría de los artistas del momento.
Por otro lado, la experiencia de la Gran Guerra incidió poderosamente sobre el trabajo de muchos de ellos, no sólo como tema de sus obras, sino también como realidad que ponía de relieve contradicciones internas en el ideario de la modernidad del que participaban sus obras.
Con cerca de 180 obras, esta exposición contempla el desarrollo del arte nuevo internacional, aproximadamente entre 1913 y 1917, reflejando a través de la obra de decenas de autores de los principales movimientos artisticos del momento –expresionismo, cubismo, futurismo, vorticismo, primera abstracción...– este conflictivo período de las vanguardias artísticas.



Al igual que en la poesía se mencionaba a los muertos a modo de dedicatoria, la heráldica hacía lo mismo pero en pintura. Las obras de Hartley son como naturalezas muertas. Este pintor norteamericano llegó a Europa en 1912 y vivió primero en París y luego en Berlín. Apasionado del mundo militar alemán, recibió con entusiasmo el inicio de la contienda. Pero la guerra le trajo la pérdida de su amante, un oficial del ejército alemán muerto en el campo de batalla. El impacto de esta pérdida es el motivo que le impulsa a la creación de estas obras. En ambas la figura humana está ausente, pero la composición está saturada del color de las condecoraciones, galones, banderas, insignias y otros elementos propios de la heráldica. La Cruz de Hierro que recibió a título póstumo su pareja es el centro de estas piezas.
Las formas se distribuyen en el espacio sobre un plano como en el cubismo.
Este período se rige por la estética de la desaparición, las imágenes de la realidad dejan paso a la abstracción, y asistimos a una guerra de situaciones, de mapas, en los que la batalla es una línea y el campo de batalla una serie de líneas de fuerza. La guerra de trincheras no presenta escenario, no hay posibilidad de una visión de conjunto de la batalla.
Una de las últimas obras que realizó Kandinsky en Múnich antes del estallido de la guerra. En ella los colores chocan, se empujan y luchan por ganar espacio. Aunque en esta obra Kandinsky se ha liberado totalmente de toda referencia al mundo de las apariencias, existe un dibujo preparatorio a tinta (Lenbachhaus, Múnich) en el que se pueden apreciar ciertas referencias a formas visibles. Dos pequeñas barcas con gente, abajo a la izquierda, junto a una zona de olas, que podían aludir a algún cataclismo o algún tema apocalíptico; unas líneas verticales a la derecha, que podían ser figuras esquematizadas.
WASSILY KANDINSKY: Pintura con tres manchas, 1914

PAUL KLEE: Pájaros tirándose en picado y flechas, 1919 MARC CHAGALL: Recluta-guerra, 1915
Giacomo Balla participó en una manifestación el 11 de abril de 1915 a favor de la entrada de Italia en la guerra, en la que fue detenido.
Esta obra es un buen ejemplo del espíritu de exaltación de los futuristas que contagiaba sus obras. Los colores que utiliza son los de la bandera italiana. El centro de la composición está ocupado por una “cinta de Moebius” (símbolo del infinito).
En su “Manifiesto sobre el color” Balla decía “la pintura futurista italiana, que es, y debe ser cada vez más una explosión de color, no podrá ser sino jovialísima, audaz, aérea, limpiada con lejía eléctrica, dinámica, violenta, intervencionista.
GIACOMO BALLA: Manifestación patriótica, 1915

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

(...)"Cuando el ser humano se deja intoxicar por una propensión brutal a la unanimidad agresora hasta las mentes más dignas pueden sucumbir al contagio (...) En el ensayo que acompaña el catálogo, y que es un libro extraordinario en sí mismo, Javier Arnaldo, el comisario de la exposición, escribe con apasionada claridad: "Uno se pregunta qué fuerzas anulan universalmente la capacidad de análisis de las personas en algunos momentos históricos".
(...) Artistas, literatos y filósofos palabreros europeos habían escrito toda clase de tonterías sobre las bondades de la guerra antes de 1914. Javier Arnaldo explica lo que nadie sabe o quiere saber, que la vanguardia artística fue tan vehemente como la extrema derecha en su belicismo canallesco.(...) Algunos de los exaltados que reclamaban en los cafés el advenimiento de un nuevo mundo y de un nuevo arte traídos por la destrucción y por las máquinas se encontraron poco tiempo después atrapados en el cieno de las trincheras, viendo con sus propios ojos el cumplimiento literal de lo que habían anhelado. Otros, desde luego, tuvieron la conocida astucia de ahorrarse a sí mismos la ocasión de morir heroicamente o sufrir mutilaciones horribles que tan admirable les parecía, cumpliendo el poco glorioso axioma de que quienes alientan o celebran la guerra o se aprovechan de ella raras veces sufren alguno de sus inconvenientes.
(...) Libre de la boba reverencia que casi todos prodigamos a los hacedores del arte modrno, Javier Arnaldo no suaviza su parte de responsabilidad en la masacre: "El idioma de la vanguardia enardecía los ánimos temerarios y prestaba sus técnicas a la propaganda figurativa del belicismo".
(...) Como viene ocurriendo en el siglo sombrío que empezó en 1914 y todavía no termina, muy pocos nombres propios nos salvan de la vergüenza."

Muñoz Molina. Vanguardias Bélicas, artigo en Babelia (25.10.08), con motivo da exposición ¡1914! La vanguardia y la Gran Guerra.


O difícil equilibrio entre a persoa e o artista. ¿Debemos vituperar ó home pero dar fama eterna ó artista?

Ana dijo...

Siempre... eros y thanathos. La dualidad que nos caracteriza como seres humanos nos situa junto a las cuerdas en muchas ocasiones.
Conozco el estracto del catálogo de Javier Arnaldo (de ahí obtuve la selección de "cartas desde el frente") y también recuerdo el artículo de Muñoz Molina cuyas opiniones suscribo.
Menos mal que desconocemos la verdadera personalidad de grandes intelectuales cuyas obras nos fascinan porque seguramente empezaríamos a encontrarles defectos.
Quizá pueda afirmarse que la obra de arte por su calidad llegue a adquirir una personalidad propia independiente de la mano creadora o que responda a un momento de lucidez intelectual del artista (o el científico, el filósofo...)o surja de la propia contradicción del ser.

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