miércoles, 25 de junio de 2008
GOYA: ASMODEA
GOYA: EL TIEMPO Y EL ESPACIO
Los desastres de la guerra son los que que son porque fueron creados por un español en un momento concreto, y en un momento especialmente atormentado y autoatormentado, de la historia de España. El "genio " de Goya, cabe argumentar, hubiera encontrado expresión en cualquier parte que viviese. Puede que sea cierto, pero es algo que está más allá de lo concebible. La forma de su expresión, su misma fuerza, lo debe todo al hecho de que Goya fue una concreta clase de español que trataba de vivir en una concreta España. Si el historiador rinde el debido respecto a las fronteras de lo posible y el debido respeto a los privilegios de la personalidad individual, los afanes de Goya le abren paso a los afanes del pueblo español.
"La personalidad histórica de Goya", en Gwyn A. Williams, Goya y la revolución imposible,
martes, 17 de junio de 2008
GOYA: REFERENTE PARA EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Su obra se convertirá en un referente y en fuente de inspiración para grandes artistas que, en su mirada al arte, reinterpretan aquello que les ha impactado y lo hacen suyo al añadir su impronta personal.
La técnica ágil, la mancha de color, la insinuación de las formas fue un valor de futuro pero la fuerza expresiva que imprime a los protagonistas de sus obras, la captación psicológica que consigue extraer los sentimientos más profundos del ser humano, hacen de él un artista comprometido con el mundo que le rodea y proyectan su obra a través de otras miradas, de otros pinceles...
Cuadros como los de Manet, Gisbert o Picasso son ejemplos de la fuerza que tuvieron para ellos las pinturas del dos y el tres de mayo de 1808.
REINTERPRETACIONES DE GOYA
lunes, 16 de junio de 2008
GOYA: LIBERTAD Y COMPROMISO DEL ARTISTA
EL DOS DE MAYO
El 2 de mayo siempre me provoca sentimientos encontrados. Por un lado, cómo no sentir orgullo de aquellos madrileños de alpargatas que se echaron a la calle con piedras y palos para combatir a pecho descubierto al ejército más poderoso del mundo. Cómo no admirar el arrojo y la generosidad de un pueblo que decidió, espontáneo, defender su independencia con absoluto desprecio de la propia vida. Y por contra, cuánto sacrificio y cuánto valor gastado en una causa que trágicamente frenaba los vientos de la Ilustración, tan necesarios para despejar de ignorancia, regresión y absolutismo aquella España empobrecida y retrógrada. Puedo imaginar lo duro que fue para la progresía de entonces defender los aires de libertad trepando por aquella catarata de pasiones patrióticas y cargando con la etiqueta de afrancesados. Napoleón nunca debió meter sus bayonetas en España y, sobre todo, nunca debió convertir en deseado al monarca más indeseable de nuestra historia. La gran paradoja es que por malo que fuera José Bonaparte, nunca hubiera sido un rey tan nefasto como ese gran cabrón que reinaría bajo el título de Fernando VII. El tipo que traicionó a los patriotas que le salvaron el culo, enfrentó a su pueblo y lo condenó por décadas al atraso y la incultura. Pero Napoleón Bonaparte no era español, y enfrentarse al orgullo de una nación es un error estratégico indigno del genio militar de aquel pequeño gran corso. Es, pues, el orgullo como pueblo y su enorme valor el que debemos celebrar cada 2 de mayo y ninguna otra cosa, porque los sucesos posteriores a esa fecha no le hicieron justicia a la sangre derramada por nuestros héroes.
CARMELO ENCINAS (20/10/2007 EL PAIS)