“El gran escultor Rodin nació el mismo año que Monet, y como había estudiado apasionadamente la escultura clásica y la de Miguel Ángel, supo ser nuevo sin provocar un conflicto fundamental entre él y el arte tradicional. Rodin, en efecto, se convirtió enseguida en un maestro reconocido y gozó entre el público de tanta fama, o más todavía, que cualquier otro artista de su tiempo. Aún así sus obras fueron objeto de violentas discusiones entre los críticos, siendo confundidas a menudo con la de los rebeldes impresionistas. La razón de ello se comprueba al contemplar alguno de sus retratos. Igual que los impresionistas, Rodin desdeñó la apariencia superficial del “acabado”; como ellos, prefirió dejar algo a la imaginación del espectador. En ocasiones incluso dejó parte de la piedra sin tocar para ofrecer la impresión de que su figura estaba surgiendo del caos y tomando forma. A la generalidad del público esto le pareció una excentricidad irritante, cuando no pura dejadez. Sus objeciones eran las mismas que ya se habían dirigido contra Tintoretto.. Para esas personas la perfección artística seguía consistiendo en que todo debía de quedar bien rematado y bruñido. Al desdeñar estos mezquinos convencionalismos, Rodin contribuía a afianzar el derecho del artista a declarar concluida su obra cuando había logrado sus fines artísticos. Como nadie podía decir que su manera de proceder se debía a ignorancia, su influjo facilitó el camino para la aceptación del impresionismo más allá del estrecho círculo de sus admiradores franceses”.
GOMBRICH: “Historia del Arte”
GOMBRICH: “Historia del Arte”
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